"Virgen de Guadalupe"
Acrílico sobre tela 114x69 cm
Nació en la Ciudad de México. Estudió Diseño de Interiores en la Universidad Motolinía del Pedregal. Participó en talleres de pintura con los maestros Guati Rojo y Demetrio Llordén, entre otros, con quienes perfeccionó su técnica de acuarela, óleo y acrílico.
Ha participado en numerosas exposiciones tanto individuales como colectivas, entre las que destacan la Bienal de Florencia, Italia (1999), Exposición individual en el Centro Asturiano de México (2000), Exposición individual en Galería Menache, México, el Concurso Salón Nacional de la Acuarela 1997 y 1998, Infonavit entre otros.
Ganadora del Premio “A. Guati Rojo, Museo Nacional de la Acuarela” en dos ocasiones: Primer lugar en categoría de bodegones (1996) y Segundo lugar en concurso sin categorías (1994).
Ha impartido diplomados en la Universidad Motolinía del Pedregal y desde hace 20 años imparte clases de diversas técnicas en su propio taller.
Muchas de sus obras han sido reproducidas en litografía para adquirirse en el extranjero durante los últimos años. En la actualidad expone frecuentemente en diversas sedes de la Ciudad de México.
Su obra es comprada y exhibida por diferentes dependencias de gobierno como Secretaría de Relaciones Exteriores, Gobierno de la Ciudad de México, C.T.M., INFONAVIT, centros de enseñanza superior como IPADE y numerosas oficinas de iniciativa privada.
La obra de Carmen Villaseñor es el resultado de la confluencia de cauces de gran pluralidad cultural y formativa. Proveniente de una amplia tradición visual, su pintura se nutre de fuentes ricas y diversas, como la precisión del diseño arquitectónico, la admiración por el colorido del costumbrismo mexicano o la atenta observación de la vasta cultura artística europea.
En su pintura se asiste a una experiencia sensorial donde se reconcilian recorridos y descansos. La acuarela y el óleo son los dos principales soportes de la espontaneidad con que se desenvuelven los contenidos. La conjunción de una técnica sólida y depurada, oficio y espíritu creador, se traduce en imágenes que van desde la escena del mercado en la provincia mexicana, o el bucólico rincón español —de hórreo, piedra y sol—, hasta la fuerza explosiva y enigmática de la tormenta apátrida, fuera de la geografía y la historia.
En sus cuadros hay una justa sobriedad en las formas que a través del manejo preciso de luz, proporción y argumento, convierte a los objetos en expresión de movimiento: son escenas de vigor, tan alegres como melancólicas, que transfiguran el fluir temporal en instantes preñados de dinamismo.
Todo ello sugiere una amplia metáfora. Su impulso no se detiene en la concentración del color ni se vierte en la exaltación de lo anecdótico, sino que la obra invita al espectador, con los poderes creativos que se hallan en su propio interior, a descubrir su verdadero centro, generando una contemplación de reposo y mesura que vuelca los sentidos hacia adentro. Sin necesidad de la presencia expresa de personajes ni la evidencia que conlleva todo retrato, los seres —en carácter de otredad y no de ausencia— se adivinan detrás de la inspiración evocadora del paisaje y el bodegón, el páramo estival, la lejanía serrana, la plenitud efímera de la flor.
De la admiración por el linaje de la tradición pictórica española adquiere la seguridad en el trazo y el acento lumínico, carácter y fulgor que recuerda la obra de Joaquín Sorolla. Ese mismo énfasis adquiere otros matices que se transfiguran en la sensación de variedad y vibración lograda en la expresión cromática, construyendo un diálogo con distintas líneas autorales que sugieren la conmoción temperamental de Turner o la búsqueda instintiva de Tamayo. El paisaje del altiplano mexicano se descubre como la región más transparente al traslucir las influencias del Dr. Atl o José María Velasco, que en la autora dejan huella no como imitación visible en el lienzo, ni rasgo que reproduce las estampas, sino como lección bien asimilada.
Así, forma y tema plástico se conjuntan en su trabajo, por medio de vitalidad y reflexión, para producir la novedad en la línea de la más alta tradición pictórica de México.